El País Ecosistema

Juan Luis Arsuaga: “No podemos dejar de viajar en avión, pero sí volar menos”

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El paleontólogo y codirector del Proyecto Atapuerca, reflexiona sobre cómo enfrentar la crisis climática para legar un planeta en las mejores condiciones posibles a las próximas generaciones

Horas después de presentar el hallazgo del homínido más antiguo de Europa en Atapuerca, proyecto del que es codirector, el científico madrileño echa la vista atrás para reflexionar, durante la celebración del foro Ecosistema Ahora, sobre el devenir climático del planeta y cómo deberíamos enfrentar el futuro para dejarlo en las mejores condiciones posibles a las próximas generaciones.

Pregunta. ¿Estamos en la peor época climática del planeta?

Respuesta. No, ha hecho mucho más calor en otros momentos. Estamos en un periodo interglaciar, venimos de una glaciación [la Edad del Hielo terminó hace 11.700 años], pero el interglaciar anterior fue más cálido.

P. Entonces, ¿deberíamos tender hacia una glaciación?

R. La gente piensa que la Edad Media era una época muy fría porque en las películas siempre está lloviendo, pero en realidad fue muy cálida. Es la época en que se pobló Groenlandia. Luego, en la época de los Reyes Católicos, en el siglo XV, empieza la llamada Pequeña Edad del Hielo, que supuso un avance de los glaciares. Pero a finales del XIX empieza a caer y se inicia este aumento de la temperatura, que tiene que ver sin duda con la actividad industrial y rompe esa tendencia hacia una nueva glaciación, digamos, dentro de unos 15.000 años. Ahora tenemos el problema contrario.

P. ¿Hasta qué punto?

R. Lo peor que puede ocurrir es una glaciación, porque no queda nada vivo en la Tierra. Lo siguiente peor sería la desertización, lo que tenemos ahora. Pero no porque para el planeta sea malo que suba el nivel del mar, sino porque la mayoría de la población vive en la franja de riesgo climático. Y si la civilización sobrevive, digamos, dentro de otros 10.000 años, tendrá que hacer ingeniería planetaria entre el apocalipsis helado y la aridez extrema.

No se puede desinventar, es absurdo. El conservacionismo está lleno de contradicciones. Lo que hay que ver es cómo con este móvil llevamos una vida sostenible

P. Filosóficamente hablando, ¿el egocentrismo humano es la causa del calentamiento planetario?

R. Claro, es lo característico de la historia de la humanidad, pero hasta ahora se vivía como progreso. Y lo era, en cierto sentido. La historia de las civilizaciones, que no es despreciable, se ha construido sobre la explotación de los recursos naturales. Europa ha desarrollado la ciencia, de la que nos sentimos orgullosos, transformando el medio propio, el europeo. Y cuando se acabaron los recursos naturales se fue a buscar otros a América. Y después de América vendrá África.

P. ¿Ese pasado puede ofrecer soluciones de futuro?

R. Ahora no hace falta mirar al pasado ni a utopías. Podemos inspirarnos en él, claro, pero quizá haya que huir de soluciones simples y pensar en soluciones nuevas a problemas nuevos.

P. ¿Por ejemplo?

R. No podemos dejar de viajar en avión, pero tal vez sí podemos volar menos. No se puede desinventar, es absurdo. El conservacionismo está lleno de contradicciones. Lo que hay que ver es cómo con este móvil llevamos una vida sostenible. Una solución tecnológica que no significa volver al pasado, pero que supone un cierto sacrificio.

P. Dice que es obligatorio ser optimista. ¿Se lo repite cada día?

R. Tengo un montón de motivos para el pesimismo. En el interior de mi corazón, aunque no me quiera meter ahí, tengo la sensación de que la batalla está perdida, que solo se puede retrasar lo inevitable. Pero no quiero aceptarlo y entonces me obligo al optimismo.