El País Ecosistema

Temperaturas que suben ante una humanidad sin más atajos

ELENA SEVILLANO

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Las prácticas y las llamadas a la acción se van quedando cortas ante la imperiosa necesidad de afrontar de forma más decidida la emergencia climática

Estamos aletargados”, “Hay una evidente asimetría entre lo que conocemos y lo que hacemos”, “Vivimos una situación de auténtica emergencia”, “La esperanza se está desvaneciendo”. Estas cuatro sentencias, como cuatro aldabonazos, de Alejandro Quecedo del Val, activista, escritor, colaborador de la Unesco y miembro de la junta infantil y juvenil de SEO/BirdLife, abren Ecosistema Ahora, dejando muy claro cuál va a ser el tono, perentorio, de sacudida de conciencias, del foro de dos días mediante el que EL PAÍS quiere situar la crisis climática en primer plano y abordarla desde todos sus ángulos. Para ello cuenta con el impulso del Santander; el patrocinio de EY, Ferrovial, Redeia, Familia Torres y Veolia, y la colaboración del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) y Felicidad Collective.

“No estamos en vías de limitar la subida de la temperatura de la Tierra a 1,5 °C que recomendaba el Acuerdo de París; vamos camino de los 2 °C. Es más, las proyecciones a 2030 indican que iremos a los 3,2 °C”. Thelma Krug, vicepresidenta del IPCC, calla un momento para que el auditorio digiera las implicaciones de lo que acaba de exponer desde Brasil y por videoconferencia, que no es más que la evidencia científica recogida en la sexta revisión del panel de expertos internacionales sobre el cambio climático. “La diferencia de medio grado entre 1,5 °C y 2 °C afectará a sistemas naturales y personas de manera más profunda”, lamenta. “En 2030 hemos de emitir la mitad de CO2 que en 2019. Tenemos dos años para lograr situarnos por debajo de los 2 °C; es lo que marcará que islas del Pacífico sigan existiendo o dejen de existir”, precisa Marta Peirano, periodista e investigadora especializada en la relación entre tecnología y poder. “Queda mucho trabajo y hay muchas barreras, de todo tipo”, admite Krug.

Alemania ha anunciado que empezará a quemar carbón para ahorrar gas frente a un previsible corte total del suministro por parte de Rusia. El Tribunal Supremo de Estados Unidos acaba de anular el llamado Plan Obama, que otorgaba competencias federales para la descarbonización, lo que permitirá a los Estados carbonistas volver a encender las chimeneas. Y Europa ha incluido al gas y a la nuclear dentro de su taxonomía sobre las inversiones verdes, lo que puede retrasar el desarrollo de las alternativas a los fósiles. A Valvanera Ulargui, directora general de la Oficina Española de Cambio Climático, le parecen muy malas noticias todas. “Es hacer trampas”, espeta sobre la taxonomía verde europea. “Los países que toman atajos pierden toda credibilidad”, manifiesta sobre Estados Unidos. Por dar un mensaje positivo, resalta que en 2021 las emisiones de CO2 disminuyeron en España un 8% comparadas con las de 2019, aunque crecieron un 5% respecto a 2020, año de confinamiento y parón económico.

Guiños al optimismo

Los expertos que suben al escenario de Ecosistema Ahora cuentan la realidad, bastante negra, sazonada con algún apunte de esperanza (a veces, a instancias de los propios periodistas que moderan sus charlas). “Hemos de construir un relato común, optimista, de unidad y de futuro, en el que todo el mundo se sienta incluido en este proceso de innovación”, pide Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación, que apela a que “se entienda que no estamos imponiendo, sino acompañando en transformaciones urgentes y necesarias para evitar que el planeta se siga degradando” y a que nadie piense “que la regulación va contra ellos”. La ministra se refiere en concreto al mundo agrario, tradicionalmente señalado como reacio a la tecnología y a los cambios. “Es la principal víctima del cambio climático, y el sector lo sabe, como sabe que la ciencia lo va a ayudar en su camino hacia una agricultura más sostenible, ambiental, social y económicamente”, valora. “La lucha contra el calentamiento global revierte en su beneficio, y los tenemos como aliados”, insiste.

“Las viñas son como el canario que se bajaban los mineros a las minas; si el canario moría, tenían que salir corriendo porque significaba que había grisú. Llevamos años detectando los efectos del calentamiento global en nuestros viñedos, supone una amenaza mayor que la filoxera”. Habla Miguel Agustín Torres, presidente de Familia Torres, ambientalista convencido sin pelos en la lengua que a sus 80 años sigue yendo en bicicleta cuando está en Vilafranca del Penedès —”Por Barcelona no, me da miedo”—. Bajo su liderazgo, su empresa vitivinícola está explorando la agricultura regenerativa, el ecodiseño y la economía circular, la agrovoltaica, las tecnologías de captura de carbono o la geoingeniería; compensa su huella de carbono plantando árboles en la Patagonia. Y ha impulsado la International Wineries for Climate Action con el objetivo de reducir emisiones de aquí a 2030. “Es un símbolo de rebelión contra el calentamiento”, comenta. “Tenemos que ser más drásticos, porque no nos lo merecemos, ni nosotros ni las siguientes generaciones”, concluye.

Lo cierto es que hay mucha gente talentosa luchando en todo el mundo para evitar el desastre, “la locura de la sexta extinción”, en palabras de Torres. Los creativos y publicitarios organizados en torno a Creatives for the Future ayudan a las empresas a ser más sostenibles. “Queremos hacer sexi la sostenibilidad”, expresa su portavoz, Vanesa Peloche. Otra creativa, Belén Hinojar, ha creado con su amiga de la infancia Carmen Huidobro, ambientóloga, Climabar, donde comunican aspectos del cambio climático con datos rigurosos, pero de una manera atractiva y distendida. “Hay interés, pero la información no está llegando”, observan. Ni mucho ni bien. “Queremos llegar a la gente que se interesa por el bebé de Rihanna. Yo, que estoy muy interesada en el bebé de Rihanna, pongo ‘ambientólogo’ en Google…, no, en Ecosia mejor…, y me sale un tío abrazado a un árbol. Puf”. Su desparpajo arranca risas y refresca un ambiente que a estas alturas ha alcanzado ya dosis significativas de ecoansiedad.

Desde Toronto (Canadá), la politóloga y profesora universitaria Jessica F. Green defiende que el mercado de carbono no sirve para poner coto a los titulares de activos que “fuerzan el clima” (petroleras, compañías de carbón, eléctricas, industria pesada) y saben cómo obstruir y ralentizar la transición ecológica. En su lugar, invita a “seguir el rastro del dinero”, al más puro estilo del inolvidable Lester Freamon en The Wire. “Tenemos que pasar de las toneladas [de gases de efecto invernadero que hay que compensar] a los dólares. El dinero es más fácil de rastrear y más difícil de burlar”, plantea. Su receta se traduce en tasas para los activos contaminantes e inversión para los ecológicos. “Aceleraría la descarbonización”, asegura.

Cuando, también desde América, pero más al sur, y también de manera virtual, Stephany Griffith-Jones (economista y consejera del Banco Central de Chile) charle con Isabella Cota, corresponsal económica para América Latina de EL PAÍS (que se encuentra en México), se referirá al momento “histórico” que vive Chile con la llegada de un Gobierno dispuesto a liderar una transición “hacia un modelo económico menos extractivo”, pero también a las enormes dificultades con las que se va a encontrar por intentarlo. “Habrá de combinar sus metas ambiciosas y su misión para el medio y largo plazo con un corto plazo amenazado por la alta inflación y el riesgo de recesión”, detalla. En realidad es el gran reto de todos los países que se han impuesto esta hoja de ruta verde.

La invasión de Ucrania como consecuencia de un debilitamiento del multilateralismo, escalada de precios de la energía, desigualdad que genera inseguridad, 800 millones de hambrientos en el mundo… Gonzalo Escribano, investigador principal y director del Programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano, y Joaquín Nieto, exdirector de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y coordinador de la Asamblea Ciudadana para el Clima, reflexionan sobre el peligro de que un presente plagado de minas haga saltar por los aires un futuro al que la humanidad iba más o menos bien encaminada, en opinión de Nieto. “Hoy es más difícil que ayer y quizás menos que mañana”, admite. Escribano afea a Europa no haber diversificado fuentes energéticas para paliar su dependencia del gas ruso y no haber desplegado suficientemente las renovables en los últimos 15 años. “Ahora toca hacerlo todo a la vez”, subraya. Sabemos hacia dónde hemos de ir, la tendencia es imparable, coinciden ambos. El problema es la velocidad; la duda, si llegaremos a tiempo.

Finanzas verdes, de coste a oportunidad de negocio

El sistema financiero es una pieza indispensable en la transición hacia una economía sostenible que permita cumplir con los objetivos del Acuerdo de París de 2015 respecto al calentamiento global. Porque, basándose en la taxonomía europea —que desde la pasada semana avala el gas y la nuclear como energías verdes de transición—, debe establecer los “criterios para que, a la hora de dar financiación a nuestros clientes, tengamos muy claro qué es financiación verde y qué no”, explica Federico Gómez Sánchez, director de finanzas sostenibles del Santander, en su intervención en el foro Ecosistema Ahora. Es decir, discriminar los auténticos proyectos de desarrollo sostenible del llamado ecopostureo (o greenwashing) e impulsarlos. Y a pesar de las últimas señales de frenazo en el sector de fondos EGS (medioambientales, de gobernanza y socialmente responsables), Gómez Sánchez aporta un dato: según Climate Bonds Initiative, en 2015 se emitieron 50.000 millones en bonos verdes; en 2021 fueron 450.000 millones, casi 10 veces más en seis años. “Esto es imparable”, apuntilla. “Hace cinco años los aspectos ambientales se asociaban con la idea del coste”, recuerda Alberto Castilla, socio responsable del área de sostenibilidad de EY España. “Ahora es una oportunidad de crecimiento económico, no un frenazo, y más en un país como España”, añade. En los últimos años se ha observado una evolución de perfil empresarial que demanda financiación verde, explica el directivo del Santander. Si antes provenía solo de grandes compañías, conscientes de que su actividad debía evolucionar hacia lo sostenible, “el ámbito de cliente está aumentando, incluyendo empresas medianas”, según Gómez Sánchez, quien dibuja además el inicio del último escalón: “La incorporación de pymes y particu­lares, con hipotecas verdes y bonos ligados a objetivos verdes”. Y es que, destaca Castilla, si hay empresas aventajadas y con experiencia previa ante el tsunami regulatorio que augura la propuesta de directiva europea de información corporativa en materia medioambiental, estas son las españolas. El responsable de EY España recuerda que esta adaptación a una nueva regulación en materia de transparencia se hizo en España en 2018 —publicando más de 100 indicadores internos de las empresas relacionados con la sostenibilidad—, en un plazo de apenas de tres semanas. Y aprovecha para alertar, precisamente, de esa velocidad de vértigo, de “hasta qué punto es necesario que haya más tiempo para digerir determinados cambios muy relevantes para las empresas”.

Frases

«No creo que falten perfiles profesionales, pero sí que las empresas han de atraer al talento por otros medios además del sueldo, y con otros valores”. Joaquín Pérez Novo. Director de desarrollo de negocio industrial y proyectos de gases renovables de Agbar (grupo Veolia).

“Debemos ir hacia rehabilitaciones en profundidad, que no se queden solo en la fachada y mejoren la biodiversidad, la movilidad y a la comunidad”. Valentín Alfaya. Director de sostenibilidad de Ferrovial.

“A día de hoy, solo veo crecimiento en las finanzas sostenibles. Hay que distinguir entre la coyuntura actual de inseguridad energética y la apuesta a medio plazo, que sigue siendo por las renovables”. Federico Gómez Sánchez. Director de finanzas sostenibles de Banco Santander.

“En los próximos cinco años habremos avanzado en entender que el éxito empresarial se medirá en beneficio, pero en beneficio para todos”. Alberto Castilla. Socio responsable del área de sostenibilidad de EY España.

“España y Portugal han implantado masivamente renovables. Es nuestra riqueza, y como hemos hecho nuestros deberes y no tenemos esa dependencia del gas, no tenemos por qué pagar las consecuencias”. Beatriz Corredor. Presidenta de Redeia. 

“La ciudad del siglo XXI ha de ser una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna”. Carlos Moreno. Director científico de la Cátedra ETI, IAE Universidad de París-Sorbona.